Emoción. Eso produjo el gol de Matías Suárez en el Estadio Monumental. Porque por fuera de la excepcional definición de zurda al cazar la pelota en el aire para sellar el 3-0 sobre Gimnasia, fue un desahogo. Un grito de rebelión contra esa maldita rodilla derecha. Un festejo en conjunto con 83 mil hinchas que lo abrazaron y lo contuvieron. Una reivindicación de uno de los futbolistas más técnicos del fútbol argentino que vive luchando contra su lesión. Un paso hacia adelante en un camino repleto de obstáculos y malestares. El número 7 de River está de regreso. Y seguirá luchando para no retroceder.